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viernes, 20 de enero de 2012

CONCLUSIÓN CAPÍTULOS I-IV

A mediados del siglo xx nace el diseño vinculado al consumo, se empieza a dar importancia a la estética de los objetos y no solo a su funcionalidad, uniéndose arte e industria.
El concepto de diseñador surgió de esa necesidad de unir arte e industria, ya que anteriormente la fabricación y elaboración de los productos estaba en manos de arquitectos, ingenieros o artesanos, entre otros. El diseñador industrial los engloba a todos en uno, y su significado como actualmente lo concebimos se asentó en 1939, ya como diseñador industrial profesional; esto quiere decir que el diseño material cobró tanta importancia que los diseñadores pasaron a alcanzar niveles estelares hasta el punto de añadir valor a los productos con el mero hecho de incluir su nombre en ellos.
Esto fue debido a la creciente economía derivada de la industrialización, que hizo posible la entrada de todas las clases sociales a un nuevo consumo, en otras palabras, se crea un consumo moderno que ofrece una vida ostentosa e igualitaria a  todas las clases sociales.
La idea del consumo igualitario o consumo de masas, presenciado por primera vez en el Reino Unido, fue una de las aspectos fundamentales en la entrada del mundo moderno, que se  se desarrolla de forma paralela a la entrada del diseño y su evolución.
Esta modernidad no logó el mismo nivel de aceptación en sus principios; la esfera pública adoptó los cambios rápidamente (como lo nuevos materiales) pero la esfera privada, más conservadora, se tomó con más calma la entrada y aceptación de la nueva era moderna. Finalmente, las nuevas tecnologías que marcaron grandes cambios, tales como el gas, la luz eléctrica y la calefacción, consiguieron introducir la modernización en la esfera privada.
La publicidad cobró un papel muy importante a la hora de difundir los ideales del diseño en el consumo y los beneficios de la adquisición de los nuevos productos. Para fomentar el producto de manera indirecta, se crearon divisiones entre la vida del hombre y de la mujer, surgiendo objetos y estilos de vida para cada género.
Los objetos dedicados a la mujer estaban relacionados con la belleza y las tareas domésticas unidos a la tecnología, que a la vez la posicionaron como decoradora de interior del hogar. También los hombres adquirieron sus propios productos masculinos para definirse, de los cuales hay que destacar la llegada del automóvil, ya que supone el factor de modernización más relevante en este periodo de entreguerras.
Esta publicidad, y otros nuevos conceptos como escaparatismo o centros comerciales, surgieron en forma de nuevos métodos para acelerar el consumo y aumentar el deseo. Pero también como una nueva forma de ver el comercio por parte de los diseñadores, ya no sólo querían limitarse a vender productos agradables a la vista del consumidor, querían crear nuevas experiencias a la hora de adquirir un producto, o directamente, venderlas.
Se unieron diseño y marketing y con ello nacieron los productos de marca, que cambiaron totalmente la forma de vender y adquirir un producto: los nombres de estos productos dejaron de llamarse de forma homónima a la compañía que los producía para evocar distintos estilos de vida.
Con la industrialización aparecieron nuevos materiales, como el plástico, el aluminio y el acero cromado; que hicieron posibles nuevas técnicas de producción, más baratas, rápidas y eficaces, simplificando la vida moderna.
El consumo y el diseño, ya en los años 30, consiguen fusionarse y asentarse por completo hasta llegar al límite de ser el medio de identificación y posición en la sociedad.

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